A finales de los 80 y principios de los 90, el showtime iba acabando sus días de gloria a base de títulos y de construir una dinastía que enamoró (y sigue enamorando) a los aficionados al basket. Por contra aparecía un nuevo estilo de juego, menos bonito pero igualmente espectacular, y sus primeros exponentes fueron los “Bad Boys”, los Detroit Pistons de Chuck Daily con Isiah Thomas, Joe Dumars, Dennis Rodman, Ricky Mahorn, Billy Laimbeer y un banquillo que haría palidecer a muchos equipos actuales.
Se acabó el anotar como máquinas, el correr persiguiendo a esos aleros que volaban por las bandas esperando un balón para anotar una bandeja o hundir el balón con un tremendo mate. Presión al primer pasador, carga sobre el rebote ofensivo para evitar la salida rápida y una vez detenida la transición rápida… mucha cera en el juego estático y la instauración del desquicio colectivo como método extra de defensa.
Pero estos sólo fueron los pioneros, a ellos les siguieron muchos otros que el gran Andrés Montes etiquetó como “Estopa Mix”. Los Knicks de Pat Riley casi ganan un anillo (ay si llega a entrar el triple de John Starks), con un juego interior en el que destacaba la calidad de Pat Ewing y la contundencia de Charles Oakley y Anthony Mason. La llegada de Shaquille O’Neal y su incapacidad para anotar tiros libres creó el “Hack-A-Shaq” (golpear a Shaquille), una táctica que consistía en colgarse del gigantón y hacerle faltas para que fallase los tiros libres… y la lista podría ser eterna.
El año pasado, el espíritu de los más duros volvió a las pistas reencarnado en un equipo viejuno que hizo de defender a muerte su lema y en dejar a los rivales en anotaciones bajísimas una constante. Ese equipo continúa una año más y además este año lo hace ganando y dando espectáculo en ataque.
Y sí, no lo puedo evitar. Llevo sin pisar una cancha de basket desde el último partido de la temporada 2011-2012. Sin entrenar (a nada) desde el día que mis pequeñas llegaron a este mundo. Y sin embargo estoy al día de absolutamente todo lo que se cuece en ese cajón desastre que son los Pancers y preparando el regreso para el año que viene. Sigo los partidos por whatsapp, comento lo que va sucediendo y voy fijando objetivos en septiembre.
Mis tiempos de showtime quedan tan atrás que casi son en blanco y negro, ahora toca emplearse a fondo para parar a cualquier rival.